«De nada vale una urna si el votante es analfabeto«
Arturo Pérez Reverte
En la presentación de su libro La Guerra Civil contada a los jóvenes, Arturo Pérez Reverte afirmó que “De nada vale una urna si el votante es analfabeto”1, esta frase deja entrever la relación existente entre la democracia y el conocimiento, una relación que, considero, está siendo atacada y es por esto por lo que creo que es de suma importancia hablar de ella.
Vivimos un momento histórico grandioso en lo que a accesibilidad a la información respecta, hace no mucho si se quería acceder a información relevante había que consultar miles de libros, enciclopedias o incluso instituciones como puede ser el INE para acceder a estadísticas. Actualmente el hombre ha creado una de las mayores maravillas del mundo: Internet. Gracias a Internet, cualquier ser humano con un aparato inteligente puede acceder a todos los datos del mundo, ya sea a el censo de su municipio como a las estadísticas de un país minúsculo y en la otra punta del mundo, como puede ser Sri Lanka. Antonio Escohotado dijo que «Nunca ha sido más libre el ser humano que desde que apareció Internet«2, esta cita unida a “El conocimiento os hará libres” de Sócrates parece concordar, parece que Escohotado acierta en su afirmación, sin embargo, a mí me gustaría matizarla haciendo uso de los términos aristotélicos. Cuando Escohotado nos habla de libertad, nos habla de una libertad en potencia. El porqué de mi afirmación lo encontramos en que Internet nos da los medios suficientes para llegar al conocimiento de lo que queramos, pero somos nosotros los que debemos hacer uso de estas facilidades, buscando y aprendiendo la información, convirtiendo esa libertad en potencia en una libertad en acto. Sin embargo, pocos usan este servicio de manera correcta o, mejor dicho, pocos le sacan el máximo potencial. La mayoría lo usan únicamente para las redes sociales, esto es un verdadero despropósito, una forma de limitar las capacidades de una invención magnifica a algo simple, totalmente superfluo, algo que también critica Escohotado cuando habla de los milennials a los que describe como “una criatura coincidente con la revolución informática, cuyo móvil almacena la más completa suma de saberes jamás reunida, aunque por ahora se emplee casi exclusivamente para cuantificar los likes de tal o cual foto”3 .
Esto que acabo de exponer es parte del problema que tiene relación directa con la democracia. Para mí es todo debido a lo que ya hace un siglo nos advertía José Ortega y Gasset, el predominio del hombre masa. El maestro en su gran libro La Rebelión de las masas, nos explicaba cómo poco a poco este tipo de hombre acabaría predominando en occidente si no lo parábamos, desgraciadamente nadie lo paro. Este hombre al cual yo, en tremendo acto de osadía, me propongo simplificar, lo describiría como un hombre sin ambición de ser, conformista en la ignorancia creyéndose sabio, sin curiosidad por el saber, sentimental en gran medida y poco racional. Con esta simple explicación, limitada a las características que influyen en el tema que hoy nos compete, valdrá. Una explicación que me gustaría unir a una cita de Ortega: “El hombre-masa sintiéndose y sabiéndose vulgar, proclama el derecho a la vulgaridad y se niega a reconocer instancias superiores a él»4. Una vez explicado el hombre que predomina en nuestros tiempos unámoslo a la gran invención de estos tiempos, antes explicada, Internet. El problema se magnifica pues en este caso, Internet amplía la capacidad de los medios de comunicación, haciendo llegar a todos un mensaje, y si este mensaje se adorna con cierto sentimentalismo, la gran parte de la población lo acogerá como verdadero; una minoría se parará a leer la notica, la verificará con datos, indagará en la cuestión y de ser cierta, la afirmará, de lo contrario, intentará negarlo sacando a relucir los datos que le corroboran, pero el hombre-masa, que se ha valido con el titular de la noticia para tomarla como verdadera, la tomará como cierta y como dice Ortega “se niega a reconocer instancias superiores a él”, aun a sabiendas de su verdadera ignorancia, se cree sabio y dirá algo así como que manipulaste los datos o recurrirá a insultos (el más común en nuestros tiempos es “fascista”, pero si alguien se parara a preguntar, se daría cuenta de la falta de conocimientos sobre el fascismo, por la parte de quien insulta). Como conclusión de este párrafo, Internet hace llegar a miles y miles de personas información, pero como solo una minoría usa de manera correcta internet y la otra creerá cualquier cosa, y una vez creída, la defenderá aun sin nada que la haga cierta, esto a largo plazo provocará un enorme vulgo ignorante, pues es conocedor de una mentira, y una minoría verdaderamente curiosa, con ambición de saber, pero que en una democracia al ser minoría queda inhabilitada.
Aquí es donde entran los totalitarios, que en nuestros días se disfrazan de demócratas sumamente intervencionistas, atacando con todo su arsenal a la democracia. Estos se dan cuenta de los beneficios de Internet, se dan cuenta de que su marketing político puede llegar a prácticamente todo el mundo con verdadera sencillez, con tener redes sociales y tirar de un poco de populismo estaría hecho. Pero su mente maquiavélica es más inteligente, no pueden basar su estrategia en la confianza de que nadie se parará a ver la veracidad del asunto, por tanto, van a más, aseguran su estrategia por medio de los medios de comunicación. Antes para hacer un pueblo ignorante valía con quitarle todo su conocimiento, símbolo de esto son las quemas de libros por los Nazis, los soldados de Pinochet, etc.; pero ahora esto es imposible pues todo está en internet y sería verdaderamente difícil censurar toda la red, por consiguiente, en vez de hacerle ignorante por falta de conocimiento, se lo hacemos por conocedor de una mentira. Meten en la cabeza mentiras por medio de bombardeo de noticias y datos manipulados llenos de populismos y pronto, sin haberse interesado nunca por un tema concreto, el hombre-masa es un “sabio” de este tema. Atendiendo a la breve descripción que he dado del hombre masa, todo cuadra, se deja de atender a su falta de curiosidad por el saber, un criterio poco fiable teniendo en cuenta la facilidad de acceso al saber que nos da Internet; y nos centramos en que, una vez se sienta conocedor de algo, luchará para imponerlo, aunque no tenga datos para defenderlo.
Esto puede parecer algo conspiranoico, creado por odio al poder y a quienes lo tienen, pero nada más lejos de la realidad, es tan real que incluso se le ha puesto un nombre: Posverdad: Distorsión deliberada de una realidad, que manipula creencias y emociones con el fin de influir en la opinión pública y en actitudes sociales5. Y ya existen ejemplos probados de esta posverdad como es el ejemplo de la campaña del Brexit o la campaña de Donald Trump.
Concluiré para no hacer más extenso este breve ensayo explicando la finalidad de este. No quiero decir que ya sea imposible establecer una verdadera democracia, pero sí que mientras la posverdad predomine, lo que llamamos democracia degenerará en una oligarquía donde la mayoría votará, pero aquello que quiera el poder porque se lo ha metido en la cabeza. Por consiguiente, será lo peor: una dictadura disfrazada de democracia. Por tanto, a fin de parar esta farsa, acabemos con uno de sus pilares, el hombre-masa. Tertulianos, no se valgan con los titulares de la noticia, ni siquiera se valgan de una noticia, busquen y busquen hasta encontrar la verdad, lo único que acabara con la posverdad y hará que reine la democracia será la sabiduría del pueblo, duden de todo lo que les digan si no tiene datos, y si los tiene, aseguren la veracidad de estos. Aprovechemos la gran maravilla que es Internet y las facilidades que él nos trae. Así, y solo así, podremos hablar de una libertad en acto y disfrutar de una verdadera democracia.
Notas y bibliografía
1- https://elcultural.com/perez-reverte-de-nada-vale-una-urna-si-el-votante-es-analfabeto
2 – https://www.youtube.com/watch?v=KdTaaddno1E&ab_channel=Seagram%27sGinEspa%C3%B1a
3 – https://www.elmundo.es/opinion/2019/11/21/5dd532e2fc6c83a6718b45a5.html
4 – José Ortega y Gasset, La Rebelión de las masas
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