Es todo un honor para mí, querido Ignacio, que me remitieses a tu ensayo para que pudiera, a partir de él, desarrollar un conjunto de ideas acerca de un tema harto complicado como éste: La naturaleza de la Justicia. Siendo mis conocimientos sobre Derecho totalmente nulos, al contrario de los que tanto tú como nuestra querida contertulia poseéis, me limitaré a llevar a cabo un humilde ensayo, de carácter reflexivo y filosófico, en el que exponer distintas observaciones acerca del gratificante debate que habéis comenzado en nuestra estimada revista. Entender qué es la Justicia es entender cómo ha de funcionar la sociedad actual y de esta forma tener la llave que abre todas las puertas de la política, aquél faro cuya luz marca el camino de lo correcto y de lo moral.
Ya adelanto aquí que si tu objetivo es lograr obtener esa llave o poder vislumbrar aquella luz por medio de este ensayo, tus deseos serán inmediatamente frustrados ante el resultado del mismo. No creo que alguien pueda definir de forma concreta el significado de Justicia, es decir, dar una definición que pueda aplicarse de forma inmediata a problemas sociales de forma que estos queden resueltos perfectamente. No obstante, lo que sí que creo que se puede llevar a cabo es la exposición de una idea de Justicia en términos abstractos. El motivo principal de esta abstracción es simple: la cuestión del bien y del mal. Hacer justicia es un acto cuya esencia ha de estar siempre en relación al bien, pues en otro caso no se estaría cometiendo sino una injusticia. Es por eso que advertía que la definición de Justicia iba a resultar, querido compañero, totalmente abstracta, pues, puestos a definir, ¿qué son el bien y el mal?
Para poder avanzar en la materia, asumimos que hay dos opciones (al final del ensayo comentaremos una tercera), como más adelante demostraremos: Por un lado cabe la posibilidad de que el Bien y el Mal existan en términos absolutos, como defendería Kant o la doctrina del cristianismo. Esto supondría que la ética y la moral son capaces de discernir acerca de estos conceptos de forma unívoca. Por el otro lado, cabe la posibilidad de que estos conceptos no existan en tanto absolutos, es decir, como un orden divino que es por todos conocidos, como opinaría un materialista. Ahora bien, salvamos la dualidad bien y mal en tanto que asumimos la preponderancia de estos conceptos en un sentido universal, es decir, a pesar de no poder demostrar que existen como términos absolutos, el bien y el mal, a rasgos generales, son conocidos por el hombre debido a su naturaleza racional, la cual llega con unanimidad a un mínimo de principios básicos, la ética.
Evitando ahogar la riqueza del debate con conjeturas metafísicas que buscasen resolver cual de estas concepciones es la correcta, camino que no llegaría a ninguna parte, me limitaré a realizar una exposición de la forma en que, en mi opinión, surge esta Justicia, la cual está totalmente en relación con la idea del Derecho. Si bien no puedo determinar qué es realmente la Justicia, por razones que se desarrollarán más abajo, si se puede establecer lo que son, en mi opinión, las coordenadas que nos permiten aproximarnos a este ideal.
Pese a calificarlo de “debate”, la disputa abierta entre Ana y tú no es propiamente real, ya que, puestos a analizar los conceptos que habéis manejado los dos, os posicionais en lo que denominas como iusnaturalismo deontológico, término que, he de admitir, no conocía en absoluto. Según este concepto, abogais por una idea de Derecho que está totalmente basada en lo que es la naturaleza del individuo, esto es, que el conjunto de normas que deben regir a una sociedad deben estar en conformidad con los principios básicos de la naturaleza humana, lo cual discutiremos más adelante.
Para poder abordar de forma efectiva la cuestión, considero que es totalmente necesario ir a la raíz de cada uno de los conceptos de los que tratamos, para poder de esta forma estudiar su naturaleza y distinguir lo que es correcto de lo que no. Uno de estos conceptos claves es, naturalmente, el Derecho. Pero es imposible lograr entender un concepto como este sin comprender antes lo que definimos por ética o por moral. Como es bien sabido, la ética es una palabra proveniente del griego, ‘ethos’. Este término hace directa referencia, en el lenguaje antiguo, a lo que es el conjunto de conductas o comportamientos de un individuo, y de ahí justamente proviene el concepto moderno, en el que se entiende la ética como la disciplina filosófica que busca discernir entre el bien y el mal desde una perspectiva antropológica de carácter universal.
Por otro lado, el término de moral viene directamente del latín, del concepto ‘moralitas’, el cual surge a partir de la traducción que hizo Cicerón del ‘ethos’ griego del que antes hablábamos, y está totalmente relacionado con lo que denominamos como “costumbres”. Es así como se comprende que la moral es, en contraposición a la ética, la disciplina encargada de discernir entre el bien y el mal desde una perspectiva colectiva o tribal, ya que la moral recoge lo que en términos de grupo está considerado como correcto. Filósofos como Gustavo Bueno, al que volveremos a citar más abajo, explican que la Moral es sencillamente la disciplina que tiene como objetivo la preservación del grupo, es decir, constituye un conjunto de normas de conducta que hacen posible el mantenimiento social, como es el caso de pagar impuestos, respetar un semáforo, etc. Por otro lado, especialistas como Antonio Marina explican que la Moral es el sistema normativo de cada pueblo, con lo cual Bueno podría estar de acuerdo, pero de ninguna manera se relaciona de forma directa a la moral con la búsqueda del bien común o el mantenimiento de un orden. Sea como fuere, esto no es más que una cuestión nominalista, y las cosas no van a pervertir su esencia por como las llamemos. En este ensayo tomaré el término “moral” tal y como lo explica Gustavo Bueno, no porque lo prefiera o lo vea más acertado, sino porque de esta forma se simplifica de forma exhaustiva la exposición de las ideas que a continuación se presentan. Si por alguna razón te sientes en desacuerdo riguroso con esta concepción de la moral, no debes más que cambiar dicho término por una suerte de “intereses colectivos” o “bien común”, pero ya advierto de que caerás en un sin fin de confusiones entre lo que es lo ético y lo moral según se explica aquí.
No obstante, no seré yo quien pretenda que la moral y la ética sean realidades totalmente distintas que solo comparten su objeto de estudio. En absoluto. La ética y la moral van de forma casi ininterrumpida de la mano, y es por eso que actualmente se suele confundir la una con la otra y viceversa. La razón es particularmente sencilla, y es que, sobre todo en las sociedades occidentales, la ética queda ya recogida en lo que son el conjunto de costumbres y principios que conforman una sociedad, causando la confusión de la que hablábamos antes. Se suele decir que no es “moral” atentar contra una persona porque esta posee una dignidad, pero esto no es estrictamente correcto desde la terminología de moral que usaremos en adelante, puesto que no es por la dignidad que tal acto no sea moral. No se puede decir que no es moral atentar contra la vida de una persona porque posee una dignidad, pues ese no es el objetivo de la moral descrita. Lo que sí que sería correcto es afirmar que tal delito no es moral porque atenta contra dignidad, sí, pero en tanto que esta es necesaria para el mantenimiento del orden social. En la ética el único fin es el hombre, en la moral en cambio el grupo, por mucho que en ocasiones lo mejor para el grupo sea salvaguardar los principios éticos.
Por lo que hemos descrito hasta ahora, parece que el bien es una idea muy perceptible, comprendemos que saltarse un paso de cebra está mal, que ayudar a los demás está bien etc. Pero si la realidad fuese sólo de esa forma no tendríamos necesidad alguna de definir qué es lo justo y que no, pues sería una realidad evidente. El hecho de que nosotros mismos no seamos capaces de definir la justicia da por sentado que la sociedad está compuesta por un cúmulo de contradicciones.
Esto nos lleva a una conclusión evidente, a saber, que, la ética y la moral, pese a que muchas veces declaren lo mismo, al tratar la misma materia pero desde perspectivas distintas, pueden llegar a tener opiniones totalmente antagónicas acerca de un problema. Para poner un ejemplo, ilustrado en este caso por Gustavo Bueno, no hay que irse muy lejos, basta con examinar detenidamente nuestras fronteras. La llegada en patera de cientos de inmigrantes ilegales es un hecho ocasionalmente repetido en España, el cual presenta un verdadero problema ético-moral. Si sólo existiera la ética y tuviésemos que analizar el problema desde una óptica humanitaria, no habría dificultad alguna, pues, evidentemente, la llegada de un ser humano en condiciones desesperantes y trágicas constituye un grave ataque a nuestros principios. El problema quedaría totalmente resuelto ayudando a la persona, pues el fin de la ética es completamente antropológico, y tiene como máxima la preservación de la vida del individuo. El problema surge al darnos cuenta de que esto no es así, hay un sector importante de la población española que está en contra de la inmigración ilegal, y es debido a una causa moral. Recordemos que el objetivo de la moral es el de preservar el bien colectivo, que si bien podría ser el de la Humanidad, en este caso toma el papel de la nación, y el hecho de que lleguen inmigrantes de forma ilegal, entre otras cosas, y gocen de forma gratuita de nuestro Estado de bienestar sin haber contribuido a financiarlo, como sí han hecho los españoles, o presenten actitudes que perjudican a la sociedad, o directamente constituya un llamamiento a saltarse la ley, pues no dejan de ser ilegales, atenta directamente contra lo que, según los intereses del grupo o los valores del mismo, es moralmente correcto. Es más, desde una moral carente de ética, se podría llegar incluso a decir que este hecho constituye un robo.
Pero estas contradicciones no solo surgen entre ética y moral, los propios principios éticos en ocasiones se contraponen entre sí, así como los morales. Este conjunto de conductas es lo que denomino valores de una sociedad. Entre los valores quedan recogidos los aspectos éticos y morales que pueden contener los ciudadanos de un pueblo, y el objetivo de este ensayo consistirá en analizar la fluctuación y las contradicciones que surgen a partir de ellos.
Es aquí cuando me propongo a introducir el concepto de Derecho, el cual, desde mi punto de vista, es el resultado práctico de una dialéctica entre los valores éticos y morales (tanto entre sí mismos, valores éticos contrapuestos a otros éticos y morales contraponiéndose a morales, como entre ellos, moral contrapuesta a la ética) , es decir, todo Derecho surge a partir de la superación práctica de las contradicciones que presentan estos problemas sociales, entendiendo superación como el acto de aportar medidas ante tales disyuntivas. Estas medidas, naturalmente, no logran acabar con el problema, el Derecho supera estas vicisitudes optando por una ley que puede decantarse por un valor concreto o simplemente por un término medio. La definición de dialéctica que usaŕe en este ensayo es la propia de los idealistas alemanes, concretamente de Hegel, entendiendo esta como un proceso de oposición y reconciliación entre una serie de miembros. Esta explicación es un simple esquema que he ideado para poder diseccionar la realidad del concepto, pero no pretende, ni mucho menos, ser una explicación rigurosa o histórica que exponga la aparición del Derecho.
Expongamos ahora más a fondo la naturaleza de estas ideas. Partamos de la base, el ser humano está envuelto en dos realidades que se complementan entre sí, las cuales son el grupo y el individuo. En cuanto al individuo, el hombre posee un uso de la razón que le lleva a tomar conciencia de la igualdad entre él y su prójimo y a comprender el principio del respeto. Esta fuerza racional -llamémosla así- genera una tensión entre el salvajismo del hombre, el cual le puede llevar al egoísmo, la avaricia, la agresividad, y lo que denominamos ética. Por otro lado, en la realidad grupal, los seres humanos comprenden mediante la razón que se necesitan los unos de los otros, surgiendo de esta forma la moral, según la cual se limitan, de nuevo, todas esas inclinaciones de la naturaleza salvaje del hombre. La moral purga progresivamente las costumbres desde la razón, acabando con actos como los sacrificios con el objetivo de que salga el sol, o fenómenos como la Inquisición, aunque previamente a este acto, debemos admitir que muchas costumbres irracionales son contenidas en la moral durante siglos. En este primer estadio, la ética y la moral racional luchan contra lo mismo, desde la razón buscan domar a lo primitivo del hombre. Se constituyen de esta forma los valores de la sociedad
Este conjunto de conclusiones son las que para muchos conformarían la idea de Derecho, pero en mi opinión el Derecho no se constituye hasta que la ética y la moral, una vez sometido el salvajismo hasta cierto punto (pues este es inherente a nosotros), se contraponen o se complementan. La forma en que se superan estas contradicciones es por medio de la política, la cual articula el Derecho. Decimos entonces que la ideología política no es más que el resultado teórico de esta Dialéctica de los valores. Así pues, las distintas ideologías proponen soluciones distintas a problemas iguales. Ante la pobreza, el liberal comprende que la propiedad privada y la libertad son esenciales para el bien común, la riqueza de un pueblo. Sin embargo el comunista opina que se debe tener el control de ciertos derechos como el de la propiedad privada, basado en la libertad, pues pone en peligro la dignidad de los trabajadores y tal derecho constituye un robo para el proletariado. Estos ejemplos muestran la riqueza de esta Dialéctica. El valor ético de la libertad es suspendido en el comunismo por la búsqueda del control de la riqueza, valor que se engloba en la moral, ya que su objetivo, sea acertado o no, es el de mantener el bien común. El valor ético de la igualdad es suspendido en el liberalismo en favor de la propiedad privada, que genera la competencia económica, cuya naturaleza es también moral. El Derecho es la aplicación práctica de este conjunto de ideologías que aportan medidas para los problemas sociales, pero nada más. La Justicia, por otra parte, sería el resultado de una forma ideal de Derecho en el que se da la perfecta armonía entre la ética y la moral, llevada a cabo por una política justa, idea que más abajo desarrollaremos. Estos planteamientos son completamente herederos de G. Fichte, quien ya sostuvo que el Derecho era resultado de una dialéctica entre la libertad individual y el deber del grupo. No obstante, en este ensayo hilaré tal tesis con una concepción de valores en parte heredera de Max Scheller, comprendiendo que estos elementos se jerarquizan en función a su importancia en las sociedades actuales, formando las bases del Derecho.
Una vez explicado, bajo mi punto de vista, la esencia del Derecho y su razón de ser, me dispongo a encarar el tema de tu extraordinario ensayo. Es por ello que la principal crítica que voy a llevar a cabo acerca de tu trabajo está basada en la definición concreta que das de Justicia. La forma que tienes de encarar la materia es muy interesante, desde la naturaleza humana. Encuentras en esta dos principios fundamentales, a saber, el de la libertad y el de la dignidad. Estos principios, se sea kantiano o no, se propugne una ética materialista o formal, son, en cierto modo, universalmente admitidos como lo demuestra la Declaración de Derechos del Hombre que muy adecuadamente citas. No obstante, esto no quiere decir, ni mucho menos, como decíamos antes, que sean conceptos absolutos, puesto que eso sólo sería si admitimos la idea de la existencia de una ética formal. El hecho de que los hombres nos respetemos en tanto iguales puede ser defendido desde el utilitarismo (búsqueda del bien común), desde el kantismo (imperativo categórico), desde el cristianismo (todos somos hermanos) pero también incluso desde el biologismo (se podría argumentar que el ser humano, en tanto animal, posee una predisposición a crear grupos o sociedades, como hacen las hormigas, en contraste a, por ejemplo, animales como los koalas que llegan incluso a atacarse de forma deliberada entre ellos). Sea como fuere, en mi opinión, aciertas rotundamente al establecer cuáles son los principios básicos de la ética humana.
Pero vayamos de nuevo al tema en cuestión: ¿Qué es la justicia? Defines la Justicia como la preservación intocable de la libertad y dignidad humana, y estoy muy de acuerdo cuando argumentas que esto sólo es posible mediante el uso de la política. Pero esta definición, en mi opinión, pretende tener una operatoriedad que es imposible, puesto que, más que significar el ideal de la justicia, constituye el ideal ético. Te sucede como a Céfalo, personaje de La República de Platón , quien pretendió definir la justicia pasando por alto totalmente la existencia de las contradicciones sociales, argumentando que lo justo era el mero ejercicio del respeto, pagar las deudas, ser buenos, etc. Lejos de mí querer ser el Sócrates que desmonta tal tesis, pero en cierto modo sí que encuentro en ella la misma debilidad que el padre de la filosofía desvela. Buscas establecer una definición de justicia que, según los hechos, pueda resolver un problema, pero realmente, si acudimos a tu definición, solamente se tiene en cuenta el apartado ético, y tu concepto olvida directamente las cuestiones morales, haciendo que sea una definición totalmente contraria a la esencia de la justicia e ignorante del problema de los valores. “Nada más precioso que lo que dices Céfalo. Pero ¿está bien definida la justicia haciéndola consistir simplemente en decir la verdad, y en dar a cada uno lo que de él se ha recibido?”
Ilustremos esta falta de materialidad: Volviendo al ejemplo anterior de la inmigración, ¿qué sería lo justo? Si nos atenemos a la definición que das de Justicia, deberíamos decir que la preservación de la dignidad del inmigrante a través del Estado de bienestar, pero, por otro lado, si esto sucede de esta forma, se estaría atentando contra la libertad de aquellos españoles a los que se los obliga a mantener a dichos inmigrantes con sus impuestos, o contra la credibilidad del Derecho español, constituyendo, en términos morales, una ofensa a la sociedad española.
Los impuestos: A nivel ético constituyen un robo para aquellos ciudadanos que no quieran participar de los mismos, pero a nivel moral estos impuestos se justifican en tanto que sirven para el sustento de nuestro Estado de bienestar ¿qué es lo justo? En estos días que corren, es un tema de extrema actualidad. ¿Es ético y moral que haya una fuga a Andorra por parte de los creadores de contenido? Pero ¿acaso no deben ser todas las personas libres de poder moverse?
Un hombre mata sin motivo alguno a una persona ¿qué se debe hacer con él? A nivel ético matarle o encarcelarle atenta directamente contra la dignidad y libertad de la persona, pero a nivel moral dejar suelto al criminal constituye un gravísimo peligro para el bienestar de la sociedad, por no hablar de que a nivel ético ha creado un daño irreparable en la dignidad de la víctima que, podría argumentarse, la cárcel no puede solucionar ¿qué es lo justo?
Creo que de esta forma habrás entendido mi postura al respecto. Tu ideal de justicia es una ética que no contempla que los propios principios éticos se pueden contraponer entre ellos, y que prescinde de la importancia que contiene la moral que hemos definido al principio del ensayo. A veces lo justo es limitar la libertad de las personas, por mucho que esto suponga atentar contra principios éticos. Esto es lo que denomino Dialéctica de los valores. Lo justo, en mi opinión, ha de ser definido en relación tanto de la ética como de la moral, más que nada porque el ideal de la Justicia es el resultado racional de esta dialéctica. El objetivo último de la política debe ser la armonización entre los principios éticos y morales por medio de la razón, siendo esta armonía la Justicia, y el producto de la misma, un Derecho ideal. Ahora bien, ¿cómo se llega a esa armonía, a la Justicia?
En el caso de los nazis, es totalmente lógico que sus acciones no pueden considerarse como justas. Para empezar porque manejan una ética contraria a la razón, la cual nos advierte de la igualdad entre seres humanos desde un punto de vista antropológico; pero tampoco es moral, puesto que, aunque se pudiera argumentar que es moral conforme a los alemanes, los judios que asesinaron también lo eran, exterminar a los judios no era justificable en tanto que se atentó directamente contra un grupo racial perteneciente a la nación, que poco tiene que ver con lo que Hitler echaba en cara a los endeudadores de alemania. ¿Qué culpa tenían los niños, mujeres y hombres que nada tenían que ver con la economía alemana? Por ello, en esa acción no existe ningún tipo de armonía, no es una acción justa.
Si nos adentramos en la política española, ¿cuál es la clave para alcanzar aquella armonía? ¿se puede llegar a ella y con ello a la Justicia absoluta? Recogiendo la cita que me comentabas de Bobbio, según la cual intentar describir el ideal de Justicia absoluta es una misión imposible, responderé que dicho ideal dependerá del tipo de ética y la moral que uno piense que posea. Si, por una parte, uno cree que existe una ética y una moral absolutas, como es el caso de Kant, estará de acuerdo con que tal ideal de la Justicia existe. El motivo es sencillo, creer que existe el Bien y el Mal de forma absoluta, presupone que las contradicciones que debe superar la política son resolubles, es decir, existe una alternativa justa para ellas. Ahora bien, aquel que crea, desde una perspectiva materialista, que la ética contiene una serie de principios comunes no inherentes, sino racionales, como expusimos antes, pero la moral depende del conjunto de tradiciones, de la cultura de cada pueblo o de la opinión misma, es decir, que es en parte relativa, tendrá que admitir que dicho ideal es pura ficción, y que cada pueblo puede tener sentimientos de Justicia en cierto modo dispares (y acentúo el en cierto modo, porque la ética sí que debería ser algo unívoco para todos los pueblos). No obstante, lo que sí puede existir es una Justicia racional parcialmente relativa, la cual surge a partir de la puesta en práctica de las mejores soluciones ante estos problemas, basada en la búsqueda del mal menor. Se explica de esta forma que para los estadounidenses los impuestos se vean de forma tan peyorativa como un robo y que los europeos los concibamos como un elemento esencial a la hora de mantener la estabilidad del Estado. Por ello, considero que esa pregunta no tiene una respuesta racional y cualquier ideal de una Justicia absoluta es pura metafísica. Concuerdo con que no podemos saber si existe una ética y una moral en términos absolutos, lo cual supone la posibilidad de la existencia de cierto relativismo. Creer o no en una Justicia universal y absoluta es una decisión personal, pero sostengo que las definiciones aquí dadas pueden servir por igual.
En resumen, si somos incapaces de asumir que exista un ideal de Justicia como tal, lo justo acaba siendo lo que desde una perspectiva racional se considere como el bien relativo, basado siempre en la ética universal, o el mal menor. Por otro lado, la justicia, la armonía del Derecho de un Estado, pese a lo que se podría pensar de la dialéctica expuesta, no puede nunca ser comparada con la estabilidad del mismo por razones obvias
La Dialéctica de los valores, en resumen, sigue una serie de momentos que explican, por ejemplo, la existencia del Derecho, pero que no llevan necesariamente a la existencia de la Justicia. El momento de contradicción entre la ética y la moral constituye la aparición del Estado y la política, los cuales tienen por objetivo superar las disyuntivas sociales. Ahora bien, para poder llevar a cabo tal resolución de forma perfecta, es necesario que la política se sirva de la razón de forma obligatoria, puesto que la política al margen de la racionalidad, al margen de la verdad, es pura tiranía y no puede constituir una armonía. Por eso la simple democracia, en contraposición a lo que argumentabas, no es garante de la justicia, no hay más que analizar la muerte de Sócrates. El ateniense es condenado a muerte por el pueblo de forma democrática. La política de Atenas se dejó llevar por los sofismas de los acusadores de Sócrates, y la ignorancia del pueblo, la falta del uso de la razón que tanto criticó Sócrates, llevó al Estado ateniense a cometer una de las mayores injusticias de la historia. Esto demuestra que muchas veces la política resuelve problemas en función a determinados intereses, en este caso por la envidia de los acusadores de Sócrates. Por ello, para que la política sea capaz de armonizar la sociedad civil debe servirse siempre de la razón y de la verdad de los hechos, siempre que existan.
Concluyo entonces que la Justicia, en términos jurídicos, es el resultado del ejercicio político que constituye un Derecho racional que logra resolver las contradicciones sociales. Y en términos personales, aplicando nuestra dialéctica al individuo, sería el resultado del ejercicio individual que constituye una actividad basada en la razón que es capaz de superar sus problemas de valores. Lo que quiero decir con esto es que, aún no pudiendo admitir la existencia de una Justicia absoluta, se puede determinar que nunca será justa una acción que no esté fundamentada en recursos racionales. La Justicia, estrictamente, es un ideal que necesita del Bien y del Mal. Si el bien y el mal son limitativos, en cierto modo relativos, la justicia serán aquellas decisiones racionales bajo las que los problemas sociales se solucionen de forma más efectiva. En términos absolutos, la Justicia serán aquellas actividades que logren alcanzar el sumo bien.
Se ve aquí que mi idea de justicia es totalmente heredera de Platón. Lo justo es lo que en términos racionales y conforme a principios universales es capaz de ofrecer la mejor solución ante un problema. Cuando digo que la justicia nace de la racionalidad, no digo otra cosa que aquello que señalaba el ateniense cuando relacionaba de forma matemática la prudencia, la valentía y la templanza con la naturaleza de este ideal. El ejercicio positivo de las virtudes es el verdadero garante de la Justicia. Ahora bien, a mi definición se le puede echar en cara lo mismo que a la de Platón, a saber, su carácter abstracto. Esto no es ninguna novedad, pues ya adelanté que el resultado de este texto no lograría una definición concreta, pero creo haber expuesto adecuadamente las razones por las cuales esta labor es imposible si no se quiere caer en la metafísica.
Antes de cerrar el debate, puede que sea pertinente por mi parte analizar las consecuencias de este esquema filosófico en torno a la cuestión del iusnaturalismo y el positivismo jurídico. Sin saber en absoluto acerca del tema, si realmente la crítica del iusnaturalismo es, argumentar que sólo es Derecho aquello que esté conforme a los valores naturales, lo cual es en tal opinión la Justicia, he de afirmar que estoy totalmente en desacuerdo con tal objeción. El Derecho no depende de la Justicia bajo ningún respecto. El Derecho es un conjunto de normas que se imponen como resultado de la política, pero de ninguna forma implica que este tenga que ser justo. Evidentemente, una sociedad racional buscará que su Derecho sea justo, pero no se puede confundir la novela con lo que se espera de su argumento. ¿Es que acaso el Derecho romano, base de toda ciencia jurídica, por el hecho permitir la esclavitud ha de perder su categoria de Derecho? De ninguna manera. Sin embargo, si lo que postula el iunaturalismo, como por otra parte tú expusiste, es la simple existencia de un Derecho absoluto inherente a la condición humana, separado del Derecho positivo, responderé lo mismo que dije acerca de una Justicia absoluta: Pretender defender esta posición o la del positivismo jurídico es mera opinión, pues se fundamenta en cuestiones que están más allá de nuestra experiencia.
Me llama mucho la atención la forma en la que le echas en cara a Hal Kelsen que su argumentación en contra del ideal de Justicia absoluta es estúpida, pues asume que el único conocimiento es el científico, tesis con la que no estás de acuerdo. No conozco la opinión epistemológica de este autor, y estoy de acuerdo contigo en que el único conocimiento no es el científico. Ahora bien, entiendo los motivos que llevan a Kelsen a postular esa tesis. El conocimiento de una realidad objetiva, en este caso la justicia, ha de ser, en mi opinión, siempre contrastado con la metodología científica. Por eso, conceptos como Dios o el alma no pueden ser probados o conocidos racionalmente en sí, y lo mismo sucede con la Justicia, la cual es una tesis que creo haber expuesto y desarrollado a lo largo del ensayo. Pero, evidentemente, la lógica o la misma técnica (arte), las cuales no tratan de conocer objetos concretos, no son conocimientos científicos y son propiamente conocimiento, por lo que en ese punto estamos de acuerdo.
Termino de esta forma, querido Ignacio, este ensayo, en el que espero haber podido explicar de forma coherente mis ideas en lo relativo a esta materia. Como habrás podido observar, este ensayo no ha tratado de la justicia sino del Derecho, y he explicado que, en caso de existir la justicia, ha de manifestarse como la armonía de los valores. En mi opinión, la ética constituye una de los pilares elementales de cualquier conocimiento o sistema, y es por ello que no te debe sorprender en absoluto si de un día para otro cambió de opinión respecto a este contenido, pues en función al camino que se escoja queda predeterminada gran parte de la filosofía que se hace. ¿Qué opinas acerca de estas ideas? Quedan muchas preguntas por responder. ¿Hasta que punto puede ser un acto egoísta racional? Si el bien y el mal son desterrados de su privilegiado puesto del Monte Olimpo, y a veces la razón se vuelve hacia dentro olvidando la bondad, ¿qué garantiza, si acaso existe, la justicia? Espero con mucho gusto tu opinión acerca de estas cuestiones, y desde aquí reafirmo mi gratitud por tu ensayo.
Notas y bibliografía:
-Ana Iria León Zahn, Vencedores o vencidos
-Ignacio Izquierdo, ¿Qué es la justicia?
-Distinción de Gustavo Bueno: https://www.youtube.com/watch?v=dm3WCZud0UQ
–Platón, La República
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